Este año nuestra Constitución sufrió un cambio que nos dejará marcados de por vida a todos los mexicanos (a menos que ese cambio se revierta)
Quienes lideraron esta reforma en el Senado dicen que esta es la más trascendental que se ha hecho desde que se promulgó la Constitución en 1917.
Pero ni siendo así la consultaron con la sociedad civil; y a pesar de su trascendencia —que afecta lo más íntimo de las familias— la mayoría de la población la desconoce.
Esta reforma sobre derechos humanos tiene aspectos positivos, pero también muchos errores y peligros. Es como si nos ofrecieran un banquete, pero… acompañado de una copa de cianuro.
Lea Usted algunas de las amenazas que se ciernen sobre nosotros:
- Modificar un artículo de la Constitución debe ser un proceso complejo. Sin embargo, esta reforma integró, de golpe, todo el articulado de más de 100 tratados internacionales que México tenía firmados desde hace décadas.
- No define lo que es un “derecho humano”; con lo cual institucionaliza la ambigüedad en nuestra Carta Magna.
¿Serán los derechos reconocidos en Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH); o los de la “Declaración de los Derechos Humanos Emergentes”; o los “derechos humanos de la “1ª, 2ª, 3ª o 4ª generación”?
¿Incluirá el “derecho” al aborto; el “derecho” de los niños a recibir información y servicios sexuales a partir de los 10 años; etc.?
Nota: El IMSS ya ofrece “servicios” sexuales a niños y niñas a partir de los 10 años, sin el consentimiento de sus padres.
- La reforma original incluía el reconocimiento a la libertad religiosa; sin embargo, fue retirado del documento final, pues nuestros legisladores no la consideran un derecho humano fundamental, como si lo hace la DUDH
- La Suprema Corte de Justicia de la Nación dejó de ser la instancia suprema de la justicia mexicana (en materia de derechos humanos); pues todas sus decisiones podrán cuestionadas por:
- La Corte Interamericana de Derechos Humanos,
- La Corte Internacional de Justicia y
- Los Comités de Monitoreo de los tratados sobre derechos humanos, los cuales tiene facultades para emitir Observaciones Generales de carácter obligatorio. Adiós soberanía.
- Antes, la Constitución decía: “Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico… edad, las discapacidades… las preferencias…” etcétera.
Y la cambiaron por: “…las preferencias sexuales…” etcétera.
Esto significa que ahora sí podremos ser discriminados por nuestras preferencias políticas, deportivas, musicales, etc.; pero no por las sexuales.
Pero además, nadie sabe a qué se refieren con “preferencias” sexuales; pues ningún tratado internacional maneja ese término; es más, ni siquiera la American Psychiatric Association (APA).
Esto también significa que será obligatorio que a los niños les enseñen —ya empezaron desde kínder— toda forma de placer sexual (la APA menciona 23 comportamientos sexuales) —homosexualidad, bisexualidad, travestismo, fetichismo, sadomasoquismo, etc.— para que las personas que tienen estas “preferencias” no se sientan discriminadas.
Asimismo, se oficializará en todo el País el “matrimonio” y las adopciones gays; el cambio de “sexo” con cambio de acta de “nacimiento” (…absurdo, pero así es); y la “educacion” sexual exhaustiva (todo se vale en aras del placer sexual) tal y como ya existen en el D.F.
Y bueno, basten estos ejemplos para dimensionar los efectos del “cianuro de este banquete”.
Ahora la pregunta es ¿Qué debemos hacer?
Hace unos días, Carlos Ruiz González, Profesor del IPADE, hablaba sobre “cómo los líderes de empresa se convierten en artífices de la atención de las necesidades sociales”
Este es el punto. Hoy es difícil encontrar a alguien que apueste por que la clase política mexicana sea capaz de sacar adelante al País por sí sola.
La sociedad civil, en particular los líderes de empresa, deben tomaran un papel más activo en la atención de las necesidades sociales, en particular, en los temas de carácter moral que están afectando a las familias.
Después de todo, el recurso humano de las empresas procede de las familias y sus productos y servicios van destinados a sus miembros; y si las familias viven en un entorno conflictivo, aumenta el riesgo de que se vuelvan disfuncionales, produciendo hijos disfuncionales, que serán ciudadanos disfuncionales, generando una sociedad disfuncional como la que hoy ya tenemos
Es indispensable trabajar para que el entrono en que viven las familias les brinde las condiciones necesarias para un optimo desarrollo y para que las ideas que en él se promuevan sean coincidentes con los valores humanos fundamentales.
Juan M. Dabdoub Giacoman
Familia Mundial, A.B.P.
Publicado en la revista BCM
Diciembre de 2011
Monterrey, N.L.
