En Medio de los Medios

Pocas veces Nuestro Señor ha sido tan claro y tan persistente en mostrarle su vocación a alguno de sus hijos; y pocas veces Él se ha encontrado a un hijo tan testarudo como yo; nunca me he negado a su llamado desde que vi con claridad lo que me pedía (aunque he de admitir que me vi muy lento de entendimiento), pero todavía no he encontrado el camino correcto para cumplir Su voluntad a cabalidad. Aquí les platico mis andares, esperando pronto, poder contarles el hallazgo final de mi búsqueda.

Todo inició en 1994 con una invitación para ir mi esposa y yo durante 10 días con todos los gastos pagados al Primer Congreso Mundial sobre Población y Desarrollo de la ONU que se celebraría en El Cairo, Egipto (mirad que si Nuestro Señor no se anda con rodeos; ¡Hacerle esa propuesta a un hombre de origen árabe y nacido en Monterrey, México!); yo no entendía nada sobre el dichoso Congreso, pero ¡era gratis!; así que habiendo aceptado mi esposa, nos preparamos para el viaje. Dicho Congreso resultó un parte-aguas en la vida de la ONU y en la mía también.

Desde el registro El Señor empezó a mandarme indirectas (¿o serán directas?); estábamos llenando los formularios en El Cairo para obtener los pases de entrada a los eventos de las ONG’s, cuando otro mexicano nos identificó y se acercó a platicar, indicándonos que no valía la pena el evento de las ONG’s, que eso era como un mercado; que lo importante era la Asamblea General de la ONU; pero… ¿Cómo entrar ahí? Quizás en otra ocasión.

El hombre dijo ser el director de una revista católica en México, D.F. y que si queríamos él nos daba una carta diciendo que éramos reporteros de su revista; le dijimos que si, y con letra de “doctor”, ahí mismo nos hizo las cartas. Yo pensé, “Si, como no; ahorita la ONU nos reconoce como periodistas con estas cartas tan caseras”. Y pues si, si nos aceptó y ahí me inicié como periodista en las mas altas esferas; y me di el lujo de reclamar de viva voz, en una rueda de prensa, al Vice-Presidente de los  Estados Unidos, Al Gore, en uno de sus ataques, de lo que la revista TIME, llamó la gran confrontación entre Juan Pablo II y el Presidente Clinton.   

Ya de regreso en México las invitaciones para contar lo ocurrido en El Cairo, sobraban; universidades, programas de televisión, asociaciones, etc. Y yo, 15 días antes un ignorante de los temas, era considerado ahora un experto. Al principio me evadía, me escondía; finalmente me dije: “Si no eres tu, ¿quién?; ¿Entonces para que rayos fuiste a El Cairo?”

Todo fue aceptar el primer debate televisivo: 4 días buscando información, documentándome; el sábado encerrado estudiando; y el domingo, día del debate, a misa y de ahí a la televisión: ¡un éxito! Los invitados radicales al programa nos pedían a los conservadores (todos católicos en esa ocasión), durante los cortes comerciales, menos agresividad (contundencia, diría yo) en la argumentación. Pero no había manera de darles tregua; se trataba de actos humanos que atacaban directamente nuestra fe.

Poco a poco fui desarrollando habilidades para el debate, la controversia en público; estudiando, documentando mis dichos, practicando la ironía; aprendí a ser contundente pues en los medios masivos de comunicación no puedes andar a medias tasas. Ante las masas las cosas son o no son; no hay espacio para las excepciones dentro del debate; si las hubiera, se dejan para después

Después descubrí que, en este mundo moldeado por los medios masivos de comunicación, no se puede defender la verdad utilizando a Dios, la Biblia o al Papa como argumentos; quienes promueven y lucran con el libertinaje sexual, el aborto, la homosexualidad, el divorcio y demás conductas que atentan contra la naturaleza del ser humano, han descubierto que su mayor obstáculo es Dios. Por lo tanto, hay toda una estrategia para desprestigiarlo; y no solo a Nuestro Dios, sino a cualquier concepción que de Él se tenga; pero siendo la Iglesia Católica la única que tiene un líder visible, que ha llegado a ser considerado como el “Aval Moral de la Humanidad” (revista TIME, al nombrar a Juan Pablo II “El Hombre del Año 1994”), es un atractivo y fácil blanco de ataque.

De aquí que fui descubriendo que en la actualidad debemos de aprender a hablar de Dios en el lenguaje de los hombres. En esto, los católicos tenemos una gran ventaja; ya que Nuestro Señor no es un Dios caprichoso o berrinchudo; que un día amanece de “malas” y decide que el aborto es malo y en otro decide que el acto homosexual es antinatural; y así. En todo ordenamiento dado por Dios, la razón esta presente; no hay dogmas en sus mandamientos; de ahí la importancia de la encíclica “Fe y Razón” de Juan Pablo II; donde prueba que nuestra fe y la razón humana no se contradicen sino se complementan. 

Quizás uno de los descubrimientos mas sobresalientes de esta incursión en los medios de comunicación es la sed de argumentos que tiene la gente para defender sus creencias; es muy reconfortante ver el alivio que muestran las personas cuando se dan cuenta de que lo que piensan que esta bien o mal esta fundamentado y es defendible

Pero en este proceso nunca he ido solo; no habría podido. Podría decir que ha sido un trabajo en familia; pues siempre ha habido alguien (o muchos) de casa atrás de mí. Dejen les cuento algunas anécdotas vividas con Oscar Fernandez de los Monteros; abogado numerario que un tiempo fue responsable del apostolado de la OP en la Delegación en Monterrey.

Decididos a influir en el periódico más importante de la ciudad, y quizás del país, empezamos a mandar cartas al editor; ambos escogíamos los temas, yo los redactaba y Oscar los pulía. Sabiendo que tenían que pasar el filtro de Oscar, yo escribía a como sentía; y como soy de temperamento medio fuerte (…solo medio) de repente mis escritos tiraban lumbre y Oscar tenia que intervenir para indicarme que no era precisamente ese el tipo de fuego con el que  Cristo quería que el mundo ardiera.

La efectividad al principio era pobre; casi no nos publicaban. Entré en contacto telefónico con el responsable de seleccionar las cartas a publicar, pues “quería saber si nuestras cartas le estaban llegando”; y de ahí nació una relación, siempre telefónica, que me permitió, junto con el análisis de las cartas publicadas, conocer los criterios de selección. Entre ellos, era importante hablar a nombre de alguna ONG – cualquiera -; debíamos generar polémica; la ironía era bien recompensada; los temas debían ser de actualidad en la comunidad.

De ahí pasamos a tener un alto grado de efectividad, pues podríamos decir que nos publicaban 6 o 7 de cada 10; al grado de que la gente llegaba a confundirme con editorialista del periódico; y posteriormente fui invitado como consejero del mismo. Ya adentro, varios católicos comprometidos y yo hicimos equipo para incursionar mas adelante, llegando a entablar relación con el hijo del dueño de la cadena; pero el trabajo necesario para mantener a nuestras familias, nos distrajo y frenó el avance.   

En la televisión, esta gran organización de dos, también incursionó con éxito. Aprendimos que los conductores de los paneles de discusión tenían poca preparación en cuestión de temas morales (es normal que no lleguen a dominar la gran cantidad de temas que manejan) y que siempre existe un productor o coordinador del programa. Llegamos a hacer amistad con ambos en los dos canales mas importantes de la ciudad; y lo aprovechamos manteniéndolos informados sobre situaciones de interés para la comunidad; les sugeríamos temas; e incluso llegamos a sugerirles panelistas, tanto a favor como en contra, para una buena discusión.

También incursionamos en Internet con un concepto muy original; nos molestaba que los editorialistas y conductores de noticieros fueran como “vacas sagradas” que critican con descaro y sin fundamento a quien quieren amparándose en la “libertad de expresión”; así que decidimos crear un medio que permitiera a los lectores y televidentes formarse una idea critica de quienes opinan en los medios masivos de comunicación; así que formamos: “El Editor Virtual”, una publicación semanal por Internet que era un editor de editorialista; un critico de los críticos. Armamos un equipo de colaboradores, pero nuevamente,  la necesidad de llevar la comida a casa nos robó el tiempo para darle continuidad.

Llegamos a idear un “talk show” que dejara mensaje. Sí a la gente le gusta la polémica y que se arme relajo en la televisión; pues bueno, usaríamos ese medio pero buscando llegar a conclusiones que permitiera al público acercarse a la verdad (esto sin explotar los sentimientos, ni dañar la dignidad de nadie); pero la idea sigue en el tintero.

En este momento, el reto más importante, esa búsqueda que todavía no termino y que menciono en el primer párrafo, y que ustedes ya deben de haber descubierto es el encontrar las formas de que la gente pueda vivir bien de hacer el bien. Y no solo en su actuar en los medios de comunicación; sino en cualquier actividad que este al servicio del bienestar de la comunidad

Juan M Dabdoub Giacoman

02 de Abril de 2006